El problema de los pisos “subprime”

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Proliferaron como setas en la época del boom y ahora ya nadie quiere vivir en ellos. Infraviviendas, pisos subprime, habitáculos que carecen de las condiciones mínimas para ser habitadas y, sin embargo, eran muy codiciados en plena locura inmobiliaria. Fueron la única opción para muchos ciudadanos que querían acceder a cualquier precio a la propiedad de cuatro paredes, a un techo bajo el que cobijarse. Una locura compradora que disparó los precios de unas viviendas que, según los expertos, nunca deberían haber recibido tal calificación y que, hoy en día, ya nadie quiere ni si quiera por un puñado de euros, lo que sigue hundiendo sus precios.

En el último año, mientras los precios de la vivienda tienden hacia la estabilización o incluso experimentan tímidas subidas en ubicaciones muy concretas, las infraviviendas siguen sufriendo los estragos de la crisis. Desde máximos, el ajuste ha sido brutal, cercano al 70%, y la agonía continúa. En el último año han sufrido una caída de precios del 9,1%, bastante abultada en comparación con las viviendas de calidad media, que se han abaratado un 2,5% o de los inmuebles de alta calidad, donde el retroceso ha sido del 1,3%, según el último informe trimestral de Sociedad de Tasación. Y todo apunta a que las caídas aún no han terminado porque son pisos que hoy en día, nadie quiere comprar, por muy irrisorios que puedan parecer sus precios.

Nos referimos a semisótanos, bajos, buhardillas, interiores sin una sola ventana, porterías o estudios minúsculos muy viejos y en la mayoría de los casos totalmente destrozados por los que llegaron a pagarse hasta 2.800 euros el metro cuadrado y que hoy en día no encuentran salida ni por debajo de 1.000. «Cuando hablamos de calidades bajas nos referimos a viviendas que reúnen una serie de factores como mala orientación, malas calidades, pisos viejos y mal conservados…», explica Juan Fernández-Aceytuno, director general de Sociedad de Tasación. «Son los inmuebles que más están acusando las bajadas de precios porque también subieron de manera indiscriminada en pleno boom. En aquellos años de locura se generalizó un tipo de vivienda que podríamos denominar subprime, como las hipotecas, muy demandada por los colectivos más desfavorecidos y con menos recursos que, a pesar de cumplir una función muy temporal y cortoplacista, hubo una enorme demanda por ellas. Pisos que hoy en día nadie quiere porque quien puede comprar tiene a su alcance producto de mucha mejor calidad y a buen precio», añade.

Un producto en el que, según el directivo de Sociedad de Tasación no influye tanto su ubicación como su mala calidad constructiva. «Una vivienda puede estar mal ubicada, pero si es habitable, si está bien construida, tarde o temprado acabará vendiéndose». De hecho, aunque no existen cifras oficiales, hay miles de viviendas totalmente desubicadas repartidas por la costa española. Un producto que también ha ajustado mucho sus precios que, a diferencia de las infraviviendas, «se han convertido para muchas familias y jóvenes en su única vía de entrada al mercado inmobiliario», reconoce Juan Fernández-Aceytuno.

Noticia de Elena Sanz para El Confidencial | Fotografía photo credit: my neighborhood via photopin (license)