Según un informe realizado por el todopoderoso UBS, que respaldado por su ejército de especialistas –filas formadas no sólo por economistas y similares, sino también por politólogos y sociólogos para comprender mejor hacia dónde va el mundo– ha puesto en alerta a sus clientes sobre la larga travesía por el desierto que todavía tiene por delante el residencial español.
Sus conclusiones son demoledoras: «A largo plazo, el precio medio de la vivienda podría permanecer atascado en mínimos durante años, en una digestión prolongada similar a la que vivió Alemania entre 1995 y 2009″, es decir, 14 años, reza un documento recién salido del horno y sugerentemente titulado «España: Mercado Inmobiliario. Mínimo a la vista, aunque la recuperación será lenta y desigual».
Cinco son las razones que llevan a la prestigiosa casa suiza a anticipar un estancamiento de los precios inmobiliarios que, tras una caída media del 45% desde los máximos de 2007, van a situarse en niveles de 2002 en términos nominales, lo que en términos reales supone retroceder hasta 1998: débil recuperación del empleo sin aumentos salariales, lenta absorción del stock de vivienda, desplome demográfico, subida de los tipos de interés y un surgimiento de oferta barata al calor de millones de metros cuadrados en busca de comprador.
Y es que, aunque el mercado inmobiliario está cerca de tocar suelo, hito que UBS ubica entre este año y el próximo, los factores que tradicionalmente han tirado de la demanda en este sector ahora no están… ni se les espera.
Desde el punto de vista demográfico, mientras que los emigrantes regresan a sus países de origen y los jóvenes emigran, la población envejece rápidamente, con una fuerte caída de la natalidad, lo que da lugar a un círculo vicioso que está provocando un recorte de la población superior a los 200.000 habitantes por año. Este daño es especialmente duro en la población en edad de trabajar, que se reduce en 300.000 anuales, lo que erosiona gravemente el potencial de crecimiento económico –los modelos de UBS apunta a un crecimiento potencial inferior al 1,5%– y atenta directamente contra el público que por lógica vital es comprador potencial de vivienda.
De hecho, la demanda natural (formación de hogares, vacaciones y transacciones de extranjeros) se ha hundido por efecto demográfico, lo que ha hecho que se pase de una demanda de 500.000 unidades al año, entre 2003 y 2006, a apenas 170.000 actualmente. Desde el punto de vista del stock, a cierre del pasado ejercicio continuaba habiendo un exceso de 650.000 inmuebles que tardará en absorberse, hasta el punto de que en 2016 continuará más que duplicando a la demanda natural… y eso que en estos cálculos UBS ha incluido el fuerte aumento que se está viendo de inversión extranjera.
LA VIVIENDA SIGUE ESTANDO CARA
Para colmo de males, la entidad suiza considera que «a pesar del desplome, la vivienda no está barata. En el mejor de los casos, la accesibilidad vuelve a un nivel de equilibrio, afectada por el alto paro, salarios a la baja, impuestos al alza y diferenciales mayores en hipotecas». Dicho con otras palabras, si cada vez hay menos jóvenes, si muchos de esos jóvenes no tienen trabajo y si los que poseen un empleo son mileuristas… ¿quién va a comprar casa en este país?
Suma y sigue, porque esos pocos privilegiados se enfrentan a unos elevados diferenciales en sus hipotecas, lo que complica actualmente acceder al crédito, y a subidas de tipos de interés futuras –están en mínimos históricos–, lo que se traducirá en incrementos de la letra y jugará en contra de una mejora de precios.
No obstante, dentro de todas estas puertas que se cierran, el banco suizo ve oportunidades en el mercado del alquiler, el gran beneficiado de este negro horizonte y hacia el que ya se está dirigiendo gran parte de la inversión que está habiendo en el sector, sobre todo, por parte de las grandes fortunas y de nuevos vehículos como las socimi.
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