FUENTE: EL MUNDO
Las cucarachas y los roedores son los vecinos no deseados más habituales en las comunidades de propietarios. Vivir con esta compañía puede ser, además de un incordio, un gran inconveniente para la salud. Pero, pese a que su repentina aparición puede causar más de un susto, es fácil evitar que se establezcan en el edificio. Un correcto mantenimiento así como una prevención adecuada impedirán que estos animales aniden y formen una familia que se ampliará rápidamente.
SU VIVIENDA ha acompañado a Profinal, empresa especializada en el control de plagas urbanas e industriales, a una comunidad de vecinos de Madrid para conocer, de primera mano, cuáles son los pasos a seguir para evitar que estos odiados invitados se instalen definitivamente.
Claro está que las plagas también pueden ser de cualquier otro tipo como termitas o aves, así como avispas, mosquitos o procesionarias del pino. Pero, según indica Pedro Orueta, presidente de la Asociación Nacional de Empresas de Control de Plagas (ANECPLA), en las ciudades, las visitas más comunes en verano son las cucarachas y en otoño los roedores (ya sean ratas de alcantarilla o ratón común) aunque hay plagas activas todo el año.
Estas invasiones suelen producirse por las conexiones con el suelo y subsuelo, a través de sumideros, cables o tuberías. De ahí que los técnicos centren sus trabajos en los contadores, cuartos de basuras, patios o calderas. Pero también el ser humano participa en su aparición. La cucaracha alemana, por ejemplo, habitual en cocinas y baños, llega a las casas con la compra de alimentos. Una vez en la vivienda, se acomodan en los huecos más tranquilos, como bajo el fregadero.
Para evitar esta incómoda compañía, Orueta explica que «la clave está en la prevención, ya que es la única manera de evitar las condiciones que favorecen su entrada, anidamiento, proliferación y diseminación». Las inspecciones visuales de los técnicos (normalmente cada dos o tres meses) permiten conocer la existencia o no de plagas y realizar un adecuado plan de actuación en caso necesario.
Las medidas adoptadas, (químicas, no químicas o una combinación de ambas, que suele ser lo más habitual) evitarán una reinfestación. Porque estos molestos vecinos causan problemas económicos, de salud y también psicológicos. Sólo en caso de que la plaga haya proliferado por el bloque se utilizarán productos químicos. Los biocidas que se pulverizan tienen un plazo mínimo de seguridad de 12, 24 o 48 horas, aunque hay otros que no precisan de este margen.
Desde Profinal advierten de que, por cada cucaracha que sale a la luz en las viviendas, hay más de 200 escondidas, ya que su reproducción es muy rápida. Además, indican que la mayoría de las plagas huyen del ojo humano, por lo que, en muchas ocasiones, sólo son detectadas por los especialistas. La empresa aconseja no sólo tapar todas las grietas u oquedades, sino también «impedir que los animales encuentren alimentos y que haya un alto nivel de humedad».
Visitas cada dos o tres meses
Pero, ¿cuál es el trabajo real de los técnicos? El profesional debe conocer las características de cada especie. Así, busca indicios y rastros de que vivan o hayan existido animales en sus rincones (ya sea a través de restos biológicos como excrementos o nidos). Además, en los lugares clave colocan cebos (que no hay que confundir con cepos). Con este sistema, de efecto retardado para evitar accidentes, el animal acabará muriendo tras comer en varias ocasiones.
Con estas medidas no suelen proliferar plagas. Pero en caso de que el técnico encuentre algún cadáver, además de avisar al responsable, buscan el foco de anidamiento, en especial en la estructura del edificio. Si son cucarachas, normalmente no las quitan, «ya que son tareas de limpieza fáciles» pero si son mamíferos (como roedores) la labor puede ser un poco repugnante, por lo que la empresa recoge al animal muerto.
El presidente de ANECPLA explica que la asoación, que nació hace casi 20 años, se compone de más de 300 empresas especializadas en control de plagas y «está regida por una Junta de Gobierno elegida cada cuatro años en la que están representadas las comunidades autónomas».
«Es un sector muy regulado», indica Orueta, «y diría que excesivamente variada». De hecho, añade que España «probablemente sea el país de Europa con más regulaciónal respecto». La formación de los técnicos e incluso las instalaciones y los vehículos de cada compañía deben cumplir unas determinadas pautas.
Entonces, ¿cuál es el motivo por el que las plagas son tan comunes en las comunidades de propietarios? «Los españoles no nos caracterizamos por ser los más previsores, preferimos actuar cuando el problema ya está presente», concluye Orueta. Por tanto, con el cumplimiento de las visitas rutinarias de los técnicos se podrá evitar subir las escaleras y que una cucaracha nos acompañe.