El final de las calderas de carbón ha llegado. Desde el pasado 1 de enero de 2022 han dejado de funcionar, por lo menos en Madrid capital, tal y como se exige en la Ordenanza de Calidad del aire y Sostenibilidad del Ayuntamiento.
Ya en 2014 se publicó el Decreto 10/2014 en donde se establecía la obligatoriedad de realizar inspecciones de eficiencia energética para instalaciones térmicas de más de 70 Kw (todas las instalaciones de calefacción central suelen superar este valor). Como consecuencia de estas inspecciones se suelen detectar una serie de deficiencias que se deben subsanar, entre ellas que las calderas no alcancen unos rendimientos mínimos.
Pero mientras que el rendimiento de las calderas de gas o de gasoil se puede mejorar ajustando las bombas y equilibrando el sistema hasta conseguir el valor deseado, en las calderas de carbón, por su forma de trabajo, no se puede regular el sistema, y, por lo tanto, no se pueden subsanar las deficiencias, salvo que se cambie la instalación por otra de mayor eficiencia energética.
En consecuencia, ya llevamos unos años en los que se está obligando, indirectamente, a la sustitución de este tipo de calderas. Cabe destacar, no obstante, que, para cambiar este tipo de calderas por otras con distinto combustible, preferentemente calderas de condensación de gas, se están concediendo subvenciones.
Y ¿qué supone para la comunidad de propietarios cambiar la cadera de carbón por una de mayor rendimiento? En primer lugar, se van a poder reducir los consumos y, por tanto, también los gastos. Ya no se va a dar la situación de que los pisos bajos tengan que tener las ventanas abiertas por exceso de calefacción ni los últimos pisos pasen frío.
Se podrán instalar válvulas termostáticas para regular la temperatura en las habitaciones, cosa que no se podía hacer con la caldera de carbón, ya que si se cerraba el paso del agua caliente a los radiadores, como la caldera seguía funcionando a su ritmo, se producían ruidos en las tuberías con posibilidad de rotura por el aumento de presión.
También se podrán colocar contadores energéticos a la entrada de la vivienda o repartidores de costes en los radiadores, siempre y cuando sea viable técnica y económicamente, lo cual permitirá hacer un reparto justo y equitativo de los consumos ya que cada uno pagaría según lo que consumiera.
En consecuencia, cumpliendo con la normativa vigente se deberían cambiar las calderas de carbón y aprovechar las ayudas existentes en el mercado antes de que se agoten.
Fuente: Ciudad y Comunidad